El futbolista del Club Sport Cartaginés, Jesús Batiz, lanzó una crítica al apretado calendario que ha enfrentado el equipo durante este semestre. Según el jugador, la seguidilla de partidos —con duelos domingo, miércoles y domingo— está pasando factura en el rendimiento del plantel.
La afirmación no es un simple desahogo. En el fútbol profesional, la gestión de la carga de trabajo es un tema ampliamente estudiado. No solo cuenta la cantidad de juegos, sino también la intensidad de los mismos, los viajes, la recuperación y la profundidad de la planilla. Cuando el equilibrio falla, la fatiga aparece y el rendimiento colectivo puede verse comprometido.
Batiz, sin quererlo, puso sobre la mesa un debate recurrente: los futbolistas de equipos grandes saben que la exigencia es alta y que los torneos internacionales, junto con la liga local, demandan estar listos cada tres o cuatro días. En clubes de mayor presupuesto, ese problema suele mitigarse con rotaciones, programas de recuperación física y plantillas largas.
Pero en el caso brumoso, la realidad es distinta. Sin tanta profundidad en el banquillo, jugadores como Batiz cargan con más minutos y menos descanso. Esto hace que la queja cobre sentido, sobre todo en un equipo que debe competir en varios frentes y sostener resultados al máximo nivel.
Más allá de si es excusa o realidad, lo cierto es que la voz de Batiz refleja una preocupación genuina: para mantenerse competitivo, el Cartaginés necesita encontrar un balance entre la exigencia de jugar cada semana y el bienestar de sus futbolistas. La pregunta es clara: ¿podrá el club ajustar a tiempo para que la fatiga no se convierta en su peor rival?