Un informe reciente advierte que la migración en América Latina y el Caribe atraviesa una etapa marcada por flujos crecientes, diversos y multidireccionales, que plantean retos sin precedentes para los gobiernos de la región.
El estudio señala que la región ya no solo es un lugar de origen, sino también de tránsito y destino para millones de personas que buscan mejores condiciones de vida, huyen de conflictos o enfrentan crisis económicas y climáticas. Países como Costa Rica, México, Colombia y Brasil se han convertido en receptores de poblaciones migrantes, al tiempo que siguen siendo territorios de salida.
La presión sobre los sistemas sociales, de salud y de seguridad ha aumentado, mientras que la movilidad masiva también genera oportunidades económicas en sectores como el trabajo agrícola, la construcción y los servicios.
Expertos subrayan que los Estados deben trabajar en políticas regionales de cooperación, fortalecer la gestión de fronteras y garantizar el respeto a los derechos humanos de las personas migrantes. De lo contrario, la región podría enfrentar mayor inestabilidad política y social en los próximos años.


