Mar. Oct 28th, 2025

En un cambio significativo en la dinámica del turismo centroamericano, El Salvador está consolidándose como un destino más atractivo que nunca gracias a una fuerte apuesta por la seguridad, mientras que Costa Rica enfrenta crecientes preocupaciones por el aumento del crimen.

El país dirigido por el presidente Nayib Bukele registra mejoras sostenidas en su tasa de homicidios y ha aplicado medidas contundentes contra las pandillas, lo que ha generado un clima de mayor confianza para los turistas. Esta percepción de seguridad ha impulsado la llegada de visitantes a playas, volcanes y rutas culturales, espacios que antes eran menos accesibles por razones de seguridad.

Por su parte, Costa Rica —tradicionalmente considerada como uno de los destinos más seguros de la región— ahora afronta una realidad donde el tema del crimen y la violencia se ha convertido en motivo de preocupación para potenciales turistas y operadores del sector. La imagen de tranquilidad que tantas veces la caracterizó se ve erosionada por la cita frecuente de incidentes o estadísticas que reflejan un deterioro.

El fenómeno ha llegado a traducirse en datos de interés para el sector: la mejora en el entorno de seguridad del Salvador, junto con campañas de promoción agresivas, está logrando que algunos viajeros desvíen su mirada hacia ese país. Esta tendencia supone un giro importante en la competitividad turística de la región, donde la combinación de seguridad, infraestructura y promoción está jugando un papel clave.

Para los jóvenes, este cambio resulta especialmente relevante. La generación de entre 18 y 30 años busca experiencias seguras, auténticas y con añadidos de cultura o aventura —y la percepción de seguridad termina siendo un factor determinante al momento de elegir un destino. Además, la crisis de imagen de Costa Rica abre una ventana para innovar en contenido digital, campañas de marketing y mensajes frescos que inspiran confianza y capturamiento de ese público dinámico.

El reto ahora para ambos países es consolidar estas dinámicas: que la mejora en El Salvador sea sostenible y respetuosa de derechos humanos, y que Costa Rica recupere su liderazgo mejorando la seguridad, la percepción externa y la experiencia turística. Porque en un mercado global donde el viajero joven tiene más opciones que nunca, la seguridad ya no es un lujo: es una parte crucial de la oferta turística.