La creciente percepción de inseguridad en Costa Rica empieza a convertirse en un factor crítico para las empresas multinacionales que operan o evalúan invertir en el país, según reportes recientes del sector privado y organismos de análisis económico.
Fuentes consultadas señalan que robos, crimen organizado y violencia asociada al narcotráfico están afectando la confianza del inversionista extranjero, especialmente en zonas portuarias, industriales y logísticas.
“El clima de inseguridad genera costos adicionales en transporte, vigilancia y seguros, lo que erosiona la competitividad”, comentó un representante del sector exportador.
En el último informe del Banco Central, varias cámaras empresariales advirtieron que el aumento de delitos contra la propiedad y la inseguridad pública ya repercuten en proyectos de expansión, turismo y cadenas de suministro.
A pesar de mantener estabilidad política y fiscal, Costa Rica enfrenta una tendencia al alza en homicidios, asaltos y extorsiones, que para inversionistas foráneos es vista como un riesgo creciente.
Empresarios en zonas francas también manifestaron que deben destinar parte de su presupuesto a reforzar medidas de seguridad privada, lo que antes no era una prioridad.
“Costa Rica sigue siendo atractiva por su talento humano y su estabilidad democrática, pero la seguridad se está convirtiendo en un punto débil que hay que atender con urgencia”, señaló una consultora internacional.
Analistas advierten que, si la tendencia continúa, el país podría perder competitividad frente a otros destinos de inversión regional, donde la seguridad está más controlada o los incentivos compensan los riesgos.
El gobierno anunció recientemente nuevas estrategias de coordinación policial y fortalecimiento de la inteligencia criminal, aunque el sector empresarial insiste en que se requieren resultados sostenibles y políticas integrales de prevención.


