Un costarricense residente en Estados Unidos compartió su experiencia sobre los desafíos de adaptarse a la alimentación y al estilo de vida lejos de Costa Rica.
Su historia refleja la realidad de miles de ticos que viven en el extranjero y que, además de enfrentar cambios climáticos y culturales, también lidian con rutinas alimentarias muy distintas a las de su país de origen.
El expatriado explicó que la falta de alimentos frescos, los altos precios de productos latinos y el ritmo acelerado de vida han afectado su bienestar.
Menciona que extraña comidas tradicionales como el gallo pinto, frutas tropicales y preparaciones caseras que forman parte esencial de la identidad costarricense.
Expertos señalan que los procesos migratorios no solo implican adaptación laboral o social, sino también un impacto emocional y físico relacionado con la comida, los hábitos y las raíces culturales.
La historia invita a reflexionar sobre la importancia de mantener vínculos con la gastronomía y la cultura para preservar el bienestar de quienes viven fuera del país.


