El reciente lanzamiento de ChatGPT Atlas, el navegador creado por OpenAI, ha causado sensación en el mundo tecnológico. La herramienta combina inteligencia artificial y navegación en una sola plataforma, permitiendo consultar, resumir y analizar información directamente dentro de las páginas web. Sin embargo, expertos en ciberseguridad advierten sobre posibles riesgos de privacidad y uso indebido de datos personales.
Según José Amado, gerente del área de identidades digitales de la empresa SISAP, los hábitos de búsqueda en Internet están cambiando rápidamente. “Las búsquedas en Google han bajado significativamente, porque ahora los usuarios prefieren asistentes como ChatGPT o Gemini, que ofrecen respuestas más rápidas, resumidas y con referencias visibles”, explicó.
No obstante, Atlas aún se encuentra en una fase temprana de desarrollo y no posee los mismos niveles de protección que navegadores consolidados como Chrome, Edge o Firefox. Entre los principales riesgos señalados por los especialistas destacan:
- Su sistema de “memoria”, que guarda instrucciones o conversaciones previas y podría conservar datos sensibles sin que el usuario lo sepa.
- La posible manipulación de la IA por parte de ciberataques que intenten ejecutar acciones no autorizadas.
- La falta de capas avanzadas de verificación de identidad, que lo hacen menos seguro para operaciones que requieran autenticación.
SISAP advierte que no debe utilizarse ChatGPT Atlas para ingresar a bancos, portales empresariales o cuentas personales. Incluso el simple intento podría exponer información privada. Además, se recomienda no descargar archivos ni ingresar contraseñas en ningún sitio mediante este navegador.
“Atlas no está diseñado como un canal seguro de transmisión de datos. Es una herramienta de consulta y análisis, no una plataforma transaccional”, señaló Amado.
Aun así, el potencial de Atlas es innegable. Permite ahorrar tiempo, generar resúmenes automáticos, ofrecer explicaciones detalladas y recomendar contenido sin salir de la página visitada. Para el sector educativo y de investigación, puede convertirse en un aliado estratégico, siempre que se utilice con criterio y precaución.


