El Partido Liberal Progresista (PLP) se enfrenta a una crisis sin precedentes: renuncias masivas, acusaciones cruzadas y un futuro incierto.
La concentración de poder en la figura de su líder, Eliécer Feinzaig, ha generado descontento y divisiones internas. En enero, un grupo de asambleístas renunció al partido, alegando una estructura centralizada y falta de espacios democráticos. Estos renunciantes acusaron a Feinzaig de tomar decisiones unilaterales y de ignorar las bases del partido.
En marzo, la crisis se agudizó con la renuncia de 39 personas, incluyendo al alcalde de Bagaces, Alonso González, y al vicealcalde del mismo cantón, Diego Vega. Los renunciantes denunciaron la falta de respaldo y transparencia en la gestión del partido.
La reciente renuncia del diputado Luis Diego Vargas ha sido otro golpe casi letal para el PLP. Vargas justificó su decisión argumentando que el partido ha perdido el rumbo y que existe una ruptura entre la dirigencia y las bases.
Tras la renuncia de Vargas, Feinzaig acusó a Natalia Díaz de ofrecerle la vicepresidencia para su proyecto político. Sin embargo, Díaz negó tales acusaciones, criticando el liderazgo de Feinzaig y señalando que está buscando culpables donde no los hay.
Con un futuro incierto y un partido diezmado, el PLP enfrenta su mayor desafío. ¿Podrá Feinzaig revertir esta situación y mantener el partido a flote? Seguiremos informando.